Director Norteamericano nacido en California en 1958, Victor Salva es uno de los directores con más talento y estilo personal que ha dado el cine fantástico desde la pasada década.
Y es que su debut en el cortometraje, “Something in the basement”(1986) fue tan sonado que el mismísimo Francis Ford Coppola decidió producir su primer largometraje: “Clownhouse.”
“Clownhouse” (1989) narra la historia de tres hermanos que durante una noche se verán obligados a enfrentarse a sus miedos y a tres psicópatas que, tras escaparse de un manicomio, encuentran un circo y deciden disfrazarse de payasos.
Salva juega con el miedo infantil hacía los payasos de una forma sutil y eficaz, elaborando unos diálogos naturales y adecuados para los tres chicos, de los que destaca sin ninguna duda un jovencísimo y brillante Sam Rockwell, uno de los mejores secundarios que hay en la actualidad y al que hace poco vimos de protagonista en “Confesiones de una mente peligrosa”, el prometedor estreno de George Clooney como director (Refrendado con “Buenas noches y Buena suerte")
Clownhouse es un magnifico film de suspense, una joya de culto que aquí en España todavía no ha sido reconocida como se merece y que en su día pasó con muy buena acogida por el Festival de Sundance. El director maneja los pocos escenarios de la cinta con gran habilidad, y sólo al final el guión se desploma un tanto y se producen algunos fallos que aunque habituales en una opera prima, no por ello dejan de serlo. Después del estreno y del moderado éxito en taquilla, Salva se vio salpicado por la polémica tras la acusación de pederastia por parte del joven protagonista Nathan Forrest Winters. Salva fue llevado a juicio y reconoció haber cometido el delito y sentirse arrepentido, por lo que su condena fue menor y cumplió sólo 15 meses en prisión. Este asunto se destapó del todo durante el estreno de “Powder”(1995) , trajo mucha cola y se produjeron numerosas reacciones alrededor del director, desde los que clamaron para que no dirigiera ninguna película más, hasta una declaración del mismo Coppola defendiendo a su pupilo y sugiriendo el posible interés monetario por parte del denunciante. En todo caso, la carrera de Salva ha seguido adelante y la de Winters acabó tristemente en “Clownhouse”, sin que al parecer logrará superar aquel terrible suceso.
Tanto algunos de sus seguidores como la mayoría de sus detractores aseguran que la puesta en escena de Salva resulta muy similar a la de Steven Spielberg, y él mismo reconoce que crecer cinematográficamente durante el periodo de los grandes éxitos del director de “Tiburón” le marcó de forma considerable.
Ese estilo y algunos homenajes a “El diablo sobre ruedas” se dejan ver claramente en su segundo largo: “La naturaleza de la bestia” (The nature of the beast) rodada en 1995 y también titulada aquí “Una sombra en la carretera.”
Durante un viaje de negocios, Jack Powell (Lance Henriksen) recoge a un autostopista que se hace llamar Adrian (Eric Roberts) Pronto empiezan a surgir diferencias entre los dos y Jack abandona a Adrián a las primeras de cambio; Pero Adrián no da su brazo a torcer y empezará a perseguirle con ignotas intenciones, mientras unos brutales asesinatos aterrorizan a toda la región.
Un thriller no muy conocido pero de un apreciable interés, donde el director aborda con profundidad el lado oscuro del ser humano y la dolorosa búsqueda de la redención. Gracias a un dúo interpretativo que raya a gran altura y a un guión más adulto de lo habitual en este tipo de cintas, la película consigue superar la barrera del formato tele fílmico para convertirse en una pequeña obra de autor. Hay unos cuantos diálogos brillantes marca de la casa y aunque en ciertos momentos se acerca más al drama que al típico thriller, el final es sorprendente y coherente con el resto de la película.
Ese mismo año se le concede a Salva la oportunidad de dirigir su primer proyecto con un presupuesto holgado y se embarca en “Powder”. Historia de un chico con poderes que es rechazado por la sociedad, pienso que significa un paso atrás en la carrera de Salva, debido en buena medida al escaso éxito en taquilla (La salida a la luz del caso de Forrest Winters tuvo algo que ver) Y a la falta de elementos sorpresa de un guión que peca en exceso de previsible. Salva vuelve a demostrar que es más que un solvente director de actores, pero como le suele pasar a Carpenter, parece encontrarse más cómodo con presupuestos bajos, por lo que no tardó en regresar a su cine más personal con “Ritos de transición” (Rites of passage) 1999.
Dos hermanos viajan hasta una remota cabaña para averiguar si los rumores que corren sobre su padre son ciertos y esta poniendo los cuernos a su madre. Una vez allí la familia se verá presa de unos convictos escapados de una cárcel cercana y la tensión entre todos no tardará en hacerse insostenible.
Otro ejemplo de como hacer una cinta televisiva que no trata a los espectadores como idiotas. Personajes contradictorios y llenos de dudas, anclados en un pasado terrible del que sólo pueden librarse si lo miran de frente y luchan contra él. Salva triunfa y consigue una cinta de hombres (Recordemos que Salva es gay) amarga pero esperanzadora, de un lirismo minimalista y extraño que la convierte en otra obra atípica dentro del panorama del cine Americano rodado para el cable.
Dos años después llega por fin el esperado taquillazo gracias a otra aportación monetaria de Coppola, que no duda en producir el guión de “Jeepers Creepers.”
Dos jóvenes que viajan por carretera se topan con una leyenda urbana con muy mala uva y con ganas de sangre. El argumento es muy sencillo, pero aquí Salva despliega toda su fuerza visual y nos pega al asiento durante una espléndida primera hora; A partir de entonces la trama decae y las continuas apariciones del Creeper lo acaban convirtiendo en un Freddy de carretera; Los últimos diez minutos Salva vuelve a despegar y nos deja uno de los mejores films de terror de los noventa, pero claro, estamos hablando de los noventa...
En 2003 rueda la inevitable secuela del alado bichejo, que podrían haber titulado sin ningún problema “Tiburón Creeper” o algo así.
Y es que “Jeepers Creepers 2” es un descarado plagio-homenaje al film de Spielberg. El Creeper se convierte en un tiburón campestre que acosa desde el aire a una panda de estudiantes que viajan en autobús. Mientras, el papel del cazador de tiburones lo interpreta Ray Wise, un granjero que busca venganza después de que el Creeper matase a su hijo. Un entretenimiento muy digno, bien rodado, con algunas escenas muy conseguidas y más ritmo que en la primera parte. Algunos sectores contrarios al director, comentaban maliciosamente la cantidad de chicos atractivos y con el torso desnudo que aparecen a lo largo de la película. Creo que la cosa es evidente y Salva no se esconde de nada. Puede hacerlo y lo hace, sin que eso tenga por que afectar el resultado final de sus trabajos ¿Estamos ante un director de cine fantástico para gays?
Pues habrá quien diga que si, pero aparte de sus preferencias sexuales y de la polémica que arrastra desde “Clownhouse”, creo que Victor Salva es un realizador que casi nunca deja indiferente a nadie, y estoy seguro que en los próximos años nos va a dejar un buen puñado de películas de sumo interés.
Para algunos, John Wayne es Dios